Hace unos días mantenía una
conversación en Twitter con David de
facilware en la que me mostraba muy crítico con lo que ha supuesto, para mí al menos,
Mac OS Lion. Sólo unos días de uso fueron suficiente argumento para decidirme a realizar un
downgrade y
volver a Snow Leopard.
Toparme con problemas, producto de la falta de compatibilidad, con herramientas que necesito en mi día a día y que funcionan tan extraordinariamente bien en la
versión 10.6.8 es algo que sintiéndolo mucho no puedo consentir.
No entiendo la necesidad de lanzar una versión nueva de un sistema operativo sin estar ampliamente pulido y depurado. Se supone que estás pagando por el que
dicen es el mejor sistema operativo que existe. Si lo que lanzan no está a la altura de esas expectativas... ¿por qué no seguir actualizando, y ya de paso mejorando, Snow Leopard?
Pues porque el
mercado lo demanda, porque la competencia se sube a las barbas, porque aparecen
críticas en los blogs del sector por los retrasos y porque hay que cerrar la
Apple Store de vez en cuando para ilusionar a esos fanáticos que originan colas en sus tiendas.
Esta manera de proceder la puedo llegar a entender, aunque tampoco la termino de compartir (y más abajo os explico por qué), si hablamos de una
distribución de Linux, porque como todos sabemos, depende de la comunidad y por ende ha de ser lanzada para ser probada, corregir bugs, y mejorar el sistema. Sin embargo hay una importante diferencia entre ambas.
Pagas, en la teoría o en la práctica, por Lion y NO lo haces por Linux. No sé a vosotros pero a mi ese ya me parece sobradamente un argumento de peso para esperar encontrarme con un sistema que me de exactamente lo que exijo, y no menos.
Pero mi crítica no se ciñe sólo a Apple (Steve Jobs me libre). Y es que no han sido pocas las veces que he descargado la versión beta de una
distribución linuxera y tras ver lo verde que estaba he pensado "es imposible que puedan tenerla lista para cuando anunciaron". Pero sí, contra todo pronóstico... ¡¡la tienen "lista" y la sacan!! En el caso concreto de Ubuntu (y cada vez en más distribuciones que se han unido a este absurdo calendario de lanzamientos) sabes que cada año en los
meses de abril y octubre van a liberar la nueva versión de su sistema. Y da igual que estalle la guerra de los mundos, Leo Messi fiche por el Real Madrid o se extinga la civilización. Tú tranquilo que en abril y octubre tienes tu esperada nueva versión.
Y ante esta situación sólo hay
dos escenarios posibles: que la nueva versión venga cargada de novedades y lo suficientemente bien pulida para decir "joer, qué buenos son estos tíos" (lo menos habitual) o que te topes con todos los problemas de una versión que todavía no estaba lista para salir a producción, que es lo que suele pasar.
De verdad,
no entiendo las prisas en sacar una nueva versión si no está preparada para ser liberada. Vale que no sean
versiones LTS, pero tener la última versión de Ubuntu en octubre y tener que esperar a principios de diciembre a que lancen los parches que arreglen el desaguisado me parece absurdo. Son este tipo de situaciones las que hacen que más de uno opte por cambiar a las
rolling release.
¿Por qué no dedicar tiempo y esfuerzo en mejorar y depurar lo que tenemos, nos gusta y funciona?
Francamente creo que esta manera de actuar no beneficia en nada ni a Apple, ni a Linux, y por descontado tampoco a los usuarios que, a fin de cuentas, somos los verdaderos perjudicados.